La crisis económica derivada de la pandemia del covid-19 puede constituirse en una nueva oportunidad para que los fraudes y la corrupción al interior de las empresas aumenten, más aún en momentos en que las áreas de control de riesgo, no solo carecen de personal suficiente, sino que, además, algunos de estos colaboradores han tenido que atender otras tareas en medio de eta coyuntura.
Pablo Iragorri, director ejecutivo de Inteligencia de Negocios e Investigaciones de Kroll Colombia, sostiene que “En este contexto de crisis se conjugan con mayor frecuencia o facilidad ciertos factores que aumentan el riesgo y la exposición al fraude” Ello se debería a la falta de control y monitoreo necesarios para evitar que el fraude y la corrupción al interior de las compañías se presente, pues los protocolos de los oficiales de cumplimiento y las áreas de auditoría interna han visto modificados de manera radical sus labores durante la pandemia.
Un estudio realizado por Kroll -704 auditores internos de empresas en el mundo, revela que cerca de la mitad de los empresarios consultados dijo no tener confianza en los programas de gestión de riesgo o fraude de sus firmas. El estudio también indica que uno de los principales motivos para no lograr una gestión adecuada de riesgo de fraude en una compañía puede ser la falta de recursos humanos capacitados a tal fin, pues ocho de cada 10 encuestados manifestó que había carencia de personal para ejercer estas labores.
Este último factor es más común en compañías de Latinoamérica. Según el estudio, hay una correlación entre las presiones económicas y laborales con la mayor probabilidad de que se cometa fraude.
Para Iragorri “esfuerzos conjuntos, procesos adecuados y personal suficiente y capacitado, pueden hacer la diferencia y revertir el crecimiento en el número de fraudes en la región. Por su parte los mismos encuestados indicaron que la solución al problema puede estar en el fortalecimiento de las áreas de auditoría interna y en la contratación y capacitación oficiales de cumplimiento pues, nueve de cada 10 consultados consideró que un buen programa de cumplimiento ayuda a detectar y prevenir actos corruptos o fraudulentos.
Frente a todo ello, es importante tener en cuenta la necesidad de generar un entorno adecuado bajo normas de control interno, el cual pueda facilitar no sólo la evidencia de cumplimiento, sino que sirva también como una herramienta de prevención de fraude, y sea vigilando de forma constante por parte del departamento de Auditoría Interna.
En este sentido, es común encontrarse con escenarios donde el fraude ha impactado negativamente la imagen y posición de los auditores internos dentro de la organización. Por esta razón, los Comités de Auditoria deben aprender a crear mecanismos de prevención y anticipar riesgos a raíz de estos escenarios; de manera que se conviertan en asesores de confianza que ofrecen un valor agregado tangible a las organizaciones.
Los grandes escándalos corporativos y las nuevas regulaciones adoptadas alrededor del mundo, han exhortado a grandes, medianas y pequeñas industrias a establecer medidas antifraude específicas para combatir las conductas irregulares y el fraude dentro de las entidades. En esa línea, la gestión de riesgos de fraude es una de las principales prácticas, que suele ser la más efectiva a la hora de confeccionar un programa antifraude para una empresa con un enfoque estratégico alineado.
Por ejemplo, uno de los escenarios más expuestos al riesgo de fraude es el proceso de compra y contrataciones. Dado esto, es importante que el auditor interno pueda identificar cuáles son las situaciones de riesgo durante el proceso y diseñar las pruebas de auditoria en base a los mismos (cuadro 1).
Otro factor importante a tomar en consideración, por parte de los programas de auditoría interna y control, es ejercer la cultura de honestidad y valor reputacional al realizar las revisiones dentro de las áreas de la organización. De igual modo, un adecuado programa de auditoría debe estar enfocado en personas y hechos que puedan contribuir en la identificación oportuna de hitos inusuales o poco éticos, en un tiempo de respuesta corto y eficiente para la toma de decisiones corporativas.
El entorno actual obliga a los auditores internos a diseñar pruebas antifraudes bajo el análisis de data apropiada que permita evidenciar la oportunidad de los hechos, cumplimiento de políticas y procedimientos y cuantificación de errores. De esta manera es posible la detección de riesgos fraudulentos y materialización de su prevención frente a controles internos rígidos que mitigan riesgos de fraudes en procesos sensibles; bien indicaba Nassim Taleb: “Si usted ve el fraude y no dice fraude, usted es un fraude”.
Fuente: Gestión y El Tiempo