Una de las prioridades en la labor del Oficial de Cumplimiento (Compliance Officer) es la construcción de un eficaz Sistema de Gestión de Cumplimiento (SGC). Para ello existe un estándar emitido por la International Organization for Standardization (ISO): la norma ISO 19600, que aborda lineamientos o buenas prácticas para diseñarlo y que próximamente va a ser sustituida por la ISO 37301, la cual va a ser certificable.
En un artículo, Jorge Horacio Alonso, Socio del Instituto de Auditores Internos de la Argentina, comentó que, para llevar a cabo un exitoso Sistema de Gestión de Cumplimiento, este debe estar respaldado por la alta dirección, la cual debe asumir el compromiso ético de que las cosas se hagan correctamente. Asimismo, cabe mencionar que, el objetivo de un SGC es orientar a todos los miembros de la organización para implementar, evaluar, mantener y mejorar continuamente dicho sistema, involucrarlos en la misión, visión y valores de la organización.
Por otro lado, el especialista comenta la importancia de contar con un SGC:
– Ayuda a eliminar o reducir al máximo posible la responsabilidad legal y penal de la empresa ante delitos financieros y no financieros, tales como corrupción, fraude, colusión, informes fraudulentos de estados contables, entre otros.
– Ayuda a mantener o mejorara la reputación de la organización, es decir, agregar valor que asegure la rentabilidad del negocio.
– Finalmente, es primordial identificar los riesgos de compliance, analizarlos y evaluarlos, ya que los mismos afectan al Sistema de Gestión y, por ende, la reputación de la organización.
Lo que está claro, es que la crisis generada por la pandemia de la Covid-19 ha puesto en evidencia la necesidad de contar con programas de Compliance, con el objetivo de reducir al máximo posible los riesgos de incumplimiento a fin de evitar sanciones futuras por los organismos regulatorios y el Estado.
Un ejemplo a seguir, es el caso de Argentina, en donde se ha instalado la denominada Oficina Anticorrupción (OA), la cual ha establecido recomendaciones para fortalecer la integridad y transparencia en las contrataciones públicas, limitando el uso de procedimientos de emergencia cuando se trata de satisfacer necesidades impredecibles que requieren un menor tiempo que el necesario en un proceso licitatorio general.
Frente a ello, podemos deducir que todos los programas de compliance deben adaptarse permanentemente a los cambios en el contexto: no es sólo el cumplimiento normativo, sino también en su compromiso con lo correcto. El Oficial de Cumplimiento requiere de habilidades blandas (soft skills). Se debe trabajar mucho en la prevención y concientización, en promover la cultura ética, además de la cultura del cumplimiento de normas como asimismo asesorar en cuestiones regulatorias del sector, supervisar y promover la mejora continua.
Finalmente, para el especialista es importante distinguir entre un Oficial de Cumplimiento de un asesor legal. El asesor legal está en línea con lo que se puede hacer y el Compliance Officer con lo que se debe hacer, pero ambos comparten el objetivo de cumplir y que se hagan cumplir las normas. El Compliance Officer trabaja más en la prevención y es un aliado inseparable, complementario del asesor legal.
El Oficial de Cumplimiento ayuda a crear una cultura ética en la organización, es un “tutor” que aporta formación sobre cómo proceder ante situaciones determinadas y es un “guardián” que vela por la integridad de la organización.
Fuente: Iaia